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“Con María, alegres por la esperanza”

 

Vivir en la esperanza significa vivir anhelando y anticipando el Reino de Dios. La grandeza de aquello en que se espera, determina la realidad y hasta el heroísmo.

 

Muchas veces lo que vivimos no tiene nada que ver con lo que esperamos,  es en esas pruebas cuando la esperanza se hace victoriosa y vence la ansiedad, la angustia, la depresión, la resignación,  ahí crece el anhelo, la convicción de que todavía no lo vemos, todavía no es, pero va a ser, va a llegar.

 

Nuestra esperanza tiene un nombre: Jesucristo, y se funda en un hecho: su Resurrección.

 

María vivió toda su vida de la esperanza. En Belén espera que el Mesías venga. En Nazaret espera que ese hijo se manifieste como el Mesías esperado por Israel. En la cruz espera que ese crucificado resucite. Y en el cenáculo espera que ese crucificado se manifieste.

 

Pero María sigue esperando, espera que la Iglesia llegue a su plenitud, que es Cristo mismo. Espera con la iglesia la nueva Jerusalén, la ciudad nueva donde ya no habrá llanto ni dolor, ni violencia… ni muerte.

 

El cristiano es un hombre alegre como alegre fue María. De hecho va con María, alegres por la esperanza. Porque el cristiano también vive esa espera, y la espera engendra alegría… no hay alegría sin un buen sentido, y todo buen sentido trae alegría. El sentido: Cristo, nuestra alegría.

 

 

Para el uso de éste articulo por otras fuentes, el siguiente crédito es requerido:

Material producido por r.c Revolución Cristiana Paraguay

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