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SIN CARETAS

 

“La integridad guía a los hombres rectos; la perversidad lleva a los impíos a su perdición“ Prov. 11:3 “Y es que no podemos ser honestos solo en público, sino que aquello que los demás ven de nosotros debe ser el reflejo de quienes somos realmente cuando estamos solos”

 

Hay una historia que cuenta que en una época cuando la maldición de la esclavitud era una plaga extendida en EEUU, hace muchos años atrás gracias a Dios, había un hombre compasivo que estaba mirando una subasta de esclavos y vio a un muchacho fornido y saludable que iba a ser puesto en venta. Compadecido del joven y con ganas de ayudarle, quería evitar que cayera en manos de algún amo cruel, se dirigió al esclavo y le preguntó:

 

        – Si te compro, ¿vas a ser honrado? (Los esclavos solían ser acusados de no serlo)

        – Señor – le contestó el muchacho – yo voy a ser honrado tanto si usted me compra como si no.

 

Ésta respuesta fue la más indicada para que el futuro comprador confiara en él.

Ahora bien, la respuesta de aquel muchacho debería ser la misma que nosotros demos en nuestro diario vivir, esa actitud es la que debiéramos llevar todos los días, y es que no podemos ser honestos solo en público, sino que aquello que los demás ven de nosotros debe ser el reflejo de quienes somos realmente cuando estamos solos.

¿Sos honesto en tu trabajo? ¿Necesitas tener a alguien cerca que te haga cumplir con tus obligaciones o realizas tus tareas de la misma manera estando sólo? ¿Cómo te comportas con tu familia y amigos? ¿Sos igual cuando están ellos que cuando no lo están?

“La integridad guía a los hombres rectos; la perversidad lleva a los impíos a su perdición“ Prov. 11:3

 

Por eso uno debe velar por su propia salvación con diligencia, ya que de nada es provechoso que ante los demás nuestra apariencia y reputación sea de la más buena cuando la intención de nuestro corazón no se corresponde a ello. Tené cuidado de no caer en querer solo aparentar, la perversidad solo te puede llevar a un lugar “la perdición”.

 

Y recordá que nada queda oculto bajo el sol y que todas nuestras acciones  tienen consecuencias, aún si las hacemos cuando creemos que nadie nos ve. Y tené en cuenta algo muy importante, las consecuencias de nuestros actos pueden dañar a las personas que amamos y también a nosotros mismos, y todo aquello que nos esforzamos por lograr puede desaparecer o cuando menos ya no será igual que antes.

 

Puede ser que logres engañar a tus compañeros de trabajo, a tus jefes, a tu familia, amigos e incluso a ti mismo, pero Dios escudriña nuestros corazones y conoce las intenciones que tenemos; para Él no hay nada oculto y todo aquello que sembramos cosechamos.

 

En conclusión, ser honrado es el reflejo de la condición de nuestra voluntad y carácter, no podes ser honesto solo en público, sino que aquello que los demás ven de vos debe ser el reflejo de quien sos realmente. Así que viví rectamente en todo tiempo, de manera que nunca tengas nada de qué avergonzarte y Dios te  recompensará y respaldará todo lo que emprendas.

 

Para el uso de éste articulo por otras fuentes, el siguiente crédito es requerido:

Material producido por r.c Revolución Cristiana Paraguay

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